Metropolis and provinces

 



















Metropolis and provinces: the art of oscillation between the familiar and the foraneous


©By Abdel Hernández San Juan


  Mi punto de partida se contrapone, como lo hice en mi obra The Market from Here, no sin volver a mencionar mi admiración, como hacia Stephen A Tyler, hacia algunos ensayos y obras de Geertz, hace bastantes años, a las acepciones de Clifford Geertz en su ensayo Being Here, quien en mi consideración erróneamente divide el mundo entre países desarrollados y países emergentes, para en su lugar volver sobre un par conceptual paradójicamente bastante más antiguo, pero en mi consideración aquel que mejor se adecua a de que se trata en definitiva y en fin de cuentas, este es el de las relaciones entre metrópolis y provincias. 

   En pocas palabras, las relaciones entre países desarrollados y países en vías de desarrollo, repite, en mi asertivo punto de vista, el mismo principio que adquiere forma en las relaciones entre grandes metrópolis y provincias dentro de un mismo país, sea este más o menos desarrollado en su aspecto económico o tecnológico.   

   Este principio supone que aquello que puede ser una metrópolis en unos países en relación a sus provincias, puede ser una provincia en relación a las grandes metrópolis a la vez que supone, que unas metrópolis en países de provincia, pueden ser en ocasiones más o menos metropolitanas o provincianas a efectos de las grandes metrópolis que metrópolis que son provincias dentro de esos países en que las grandes metrópolis se encuentran.

   En resumen, el parámetro adecuado para entender desde las grandes metrópolis el fenómeno de otros países y culturas, se encuentra dentro de los mismos países desarrollados, en el mirar hacia las provincias propias esta la respuesta, en el mismo modo en que grandes ciudades en estados unidos, según los parámetros de quienes no las vean desde las grandes metrópolis, resultan para estas últimas, provincianas, el nivel de mayor o menor provincianismo de cualesquiera países y culturas en todo el planeta es proporcional al nivel de mayor o menor provincianismo que puede representar para esta gran metrópolis dentro de su mismo país, la escala que va de metrópolis menos cosmopolitas o más provincianas, a ciudades explícitamente provincianas, a aldeas más provincianas aun, a pueblitos de campo más provincianos aun, es la que funciona aquí. 

   En pocas palabras, más del 95 por ciento de los dilemas de todo tipo, sociales, culturales, ideológicos, que confrontan las grandes metrópolis desarrolladas respecto al planeta, aquí en sentido racionalista, son exactamente los mismos tipos de dilemas que se confrontan dentro de los países desarrollados entre grandes metrópolis y provincias, ello en cuanto a que los suscita, porque se generan, que está en la base de ellos, cuál es su tipo, cual es el modo adecuado de ir tras sus lógicas en un modo correcto, tanto en el sentido de precisión de brújula, hacia donde ir en el raciocinio, como en el de los acervos y los backgrounds, para entender de qué se trata en primera y en última instancia. Solo una teorización adecuada de la provincia, del concepto mismo de provincia y de la relación entre el cosmopolita metropolitano, el capitalino y el provinciano, extiéndase a aquel aldeano y pueblerino, puede dar al traste el modo adecuado de comprender esta problemática.    

   Analizado desde este punto de vista, en mi consideración el único con asideros objetivos y objetivables de racionalidad, toda la cuestión debe ser reteorizada y rediscutida otra vez.  

   Preguntemos por el acceso, una pregunta central en antropología, si el antropólogo accede o no, tiene o no y en que modos o según que lógicas, una relación directa con una determinada ciudad, comunidad, aldea o cultura de provincia, respondiéndola a través de la pregunta sobre qué nivel de acceso puede tener un capitalino en una provincia y a la inversa, se trata en mi consideración exactamente del mismo asunto. 

   Para ejemplificar esta relación trataba de ilustrarla no hace tanto a unos amigos y colegas a través de la situación que experimenta un capitalino o metropolitano, que llega de pronto a un pueblito o pequeña ciudad, el nivel de mayor o menor provincianismo es aquí relevante. 

   Imaginemos una situación completamente fuera del terreno de la antropología y las ciencias sociales, este capitalino no está de pronto en el pueblito porque va a estudiarlo, está en el por una variedad de otros motivos imaginables, puede tener un amigo o un grupo de amigos que viven en esa provincia e ir por el o ellos, puede tener amigos de la capital que tienen amigos en esa provincia, puede tener el familiares que viven en esa provincia, o puede tener amigos que tienen familiares en esa provincia, este sería un modo preciso de relación de pertinencia, de repente camina por las calles, pero va con esta o aquella persona conocida por él y por la gente de la provincia, pueden ser unas amistades o pueden ser unos familiares, esta sería una relación que plantearía ella misma una serie de cuestiones, aun no de ciencias sociales, a penas solo ideológicas. 

  Imaginemos otras situaciones potenciales de relación entre capitalinos o metropolitanos y provincianos, no solo metropolitanos que se mueven en realidades de provincia, sino también a la inversa, situaciones en las cuales provincianos se desenvuelven en contextos metropolitanos o capitalinos. 

  Puede ser un forastero, alguien que simplemente pasa, un aventurero, alguien que anda relativamente buscando mundo, relativamente de viaje, relativamente a la deriva, relativamente en busca de algo, puede estar más o menos orientado, puede pasar por allí en busca de algo, algo que puede estar allí o puede no estar allí y aquello ser solo un lugar con el cual da, por el cual le toca pasar, alguna circunstancia determinada lo lleva allí, puede estar como de paso, en dirección hacia otros lares, algo que definirá desde el principio el sentido y razón de ser de su estancia, puede ir en busca de un amor, cuyo rumbo a extraviado, puede ir en busca de alguien que conoció, puede ser en busca de algo preciso que informa el sentido y razón de ser de su propio carácter de forastero. 

  El forastero capitalino o metropolitano también puede llegar a provincia simplemente porque la quiere conocer, esta relación de conocimiento puede ser más o menos acentuada y en este modo le aproxima o aleja más o menos a otro modo en el que el capitalino puede estar en provincia, el turismo que sería en sí mismo otro modo de relación. 

   La relación entre metrópolis y provincias, sin embargo, supone ella misma toda una axiología la cual dota ambos conceptos y sus relaciones de sus sentidos y significados, tanto como de sus matices y mutuas interconexiones e interdependencias, se trata, en definitiva, de dos conceptos o nociones que se necesitan uno al otro, sin provincias no existirían metrópolis, ni el sentido que informa esta noción, decimos metrópolis y capitales, porque tenemos provincias, y a la inversa, decimos provincias y al decirlo la semántica de esta palabra se llena de sentidos porque supone y requiere el sentido y la noción de metrópolis y capitales, las metrópolis son metrópolis respecto a las provincias, imaginar un mundo sin provincias seria así imposible, porque incluso como decía, unas metrópolis son provincias para otras metrópolis, si todas las metrópolis que son provincias para otras metrópolis dejaran de ser provincias, dejarían de ser metrópolis, y pasarían a ser otra cosa que en la actualidad nos resulta imposible imaginar, si todas las provincias dejaran de ser provincias pasarían a ser metrópolis, pero al ser metrópolis serian metrópolis provincianas para otras metrópolis y así sucesivamente.

   La provincia es provincia porque mira hacia la metrópolis, mira hacia la metrópolis porque quiere ser metrópolis y dejar de ser provincia, sin embargo, quiere ser metrópolis desde su sentido de provincia de modo que aunque mira a la metrópolis, busca en ella misma aquello que la puede hacer una metrópolis distinguida o mientras no es metrópolis o en el proceso de serlo, en su relacionalidad, ser provincia en aquello que la distingue, en el proceso de mirar a la metrópolis, la provincia se forma ella misma de una ambigüedad que es constitutiva ella misma de la situación de provincia, en el mirar a la metrópolis hay algo en la provincia de aquello que quiere dejar de ser una cosa para devenir otra, la metrópolis conforma en cierto modo para la provincia un ideal, una idea de cómo deberían o hacia donde deberían ir las cosas, en tanto al mismo tiempo, quiere devenirlo según el sentido de su sí mismo, quiere dejar de ser una cosa para devenir otra, pero no la misma, al mismo tiempo, paradójicamente, según un continuo mirar hacia sí misma como se miraría según la metrópolis, esto la relaciona a la metrópolis en un modo preciso. 

  El metropolitano que llega a provincia es un extraño ineluctiblemente, pero no cualquier tipo de extraño, es un extraño con el cual la provincia mantiene una relación ideológicamente complicada. En la medida en que es el metropolitano y lo es en ese momento en la provincia, la provincia está a la vez frente a aquello hacia lo que por un lado mira, que en cierto modo quiere ser, pero frente a aquello que por otro lado quiere la reconozca y en tanto que tal, que la reconozca en sus distinciones, por este motivo, hacia el interior de la provincia profunda, aunque el metropolitano simbolice aquello hacia donde la provincia mira, su hacia donde, su ideal, por otro lado, también simboliza aquello que no es, aquello hacia donde debería moverse y por lo mismo aquello de lo cual se carece. 

  Esta situación de ambigüedad y esta relación a una carencia torna entonces ideológicamente complicada la relación entre provincianos, ya que aquellos que rinden mucha pleitesía al metropolitano, son ideológicamente vistos por otros provincianos, como quienes renuncian a sus distinciones, entiéndase valores para verlo en su mayor generalidad, del tipo que sea, económicos, lingüísticos, idiosincráticos, sociales, culturales, educativos, arquitectónicos, tradicionales, memoriales, a favor de los valores del extraño, en tanto aquellos que claman una menor pleitesía al extraño metropolitano, resultan para los anteriores retrógrados, reaccionarios, tendientes a impedir aquello que, por un lado, define de por si la provincia, su relación a la metrópolis y la mutua relación entre ambas que veíamos antes, y aquello que, por el otro, inclina la provincia hacia la metrópolis. 

  Pero esta complicación ideológica no solo se expresa en la provincia profunda entre provincianos, también y sobre todo informa los modos de relación directa al metropolitano extraño el cual nunca queda bien, ni para aquel que lo exalta en la provincia, ni para aquel que lo reniega. 

  El que lo exalta espera de su exaltación ser reconocido por el metropolitano de modo que este último, en ninguna variante y por mucho que haga nunca queda bien, el que lo reniega espera que el metropolitano invierta la relación, que reniegue de sí mismo, mostrando la máxima humildad, así, en vez de el mirar hacia la metrópolis, espera que este último reconozca y valore lo que estima suyo a la provincia y, por lo tanto, el metropolitano, por mucho que haga, nunca queda bien. 

  La relación entre un quedar bien y un no quedar bien simplifica bastante las cosas porque se refiere aquí solo a una situación en la que exaltadores y renegadores solo esperan menos o más en una simple relación de reconocimiento a lo que es suyo, en tanto, por simplificar más las cosas, no deja de ser una cuestión que se plantea en otros niveles, por ejemplo, en una variedad de situaciones en las cuales no se trata precisamente dada la pertinencia de la situación de un asunto de reconocer o dejar de reconocer, sino situaciones en las que simplemente el comportamiento del metropolitano está siendo observado y será evaluado en una situación de provincia y o a la inversa, situaciones en las cuales el comportamiento de provincia es valorado en la metrópolis. 

  Pero sea cual sea el modo, es en los matices entre este quedar más o menos bien que se disciernen todos los problemas ideológicos de consideración tanto para situaciones ordinarias de la vida cotidiana entre metropolitanos y provincianos, como para relaciones definidas por las ciencias sociales que por el momento dejaremos para más adelante.  

  En pocas palabras, un por ciento muy elevado, por no decir decisivo, casi el 100 por ciento, de las cosas que han acentuado el extrañamiento, versus la mutua interrelación, entre subjetividades de metrópolis y subjetividades de provincia, y por derivación, entre objetividades a un lado y el otro, está relacionado al modo como esta diatriba ha sido llevada por antepasados inmediatos a las generaciones actuales, es decir, anteriores a quienes somos los más jóvenes y aquellos aún más jóvenes, incluyendo aquí también la acentuación de extrañamientos y exotizaciones entre metrópolis y provincias.

  Para defender mi punto de vista sitúo dos experimentos uno primero no precisamente alrededor de situaciones mundanas de vida cotidiana entre metropolitanos y provincianos, sino antes bien entre artefactos de la cultura material, los niveles de mayor o menor familiaridad o extrañamiento, habituamiento o extrañeza, hacia formas precisas de la cultura material y visual discutiéndolas en sus contextos y fuera de estos, haciendo las dos cosas, transponiendo artefactos metropolitanos a contextos provincianos y artefactos provincianos en contextos metropolitanos y a la inversa, contrastando fenomenológicamente modos de subjetividad y percepción hacia artefactos metropolitanos en contextos metropolitanos y provincianos en provincianos, moviendo para cada una de las variantes, sus potenciales evaluadores. 

  Es decir, evaluaciones hechas por provincianos en la metrópolis y por metropolitanos en la provincia, tomando como punto de partida etnográfico el hecho de que mis provincianos no son del todo provincianos o lo son en unas circunstancias en tanto metropolitanos en otras, como mis metrópolis no lo son tanto, o lo son en unos sentidos, y en otros no, o por sus relaciones a otras metrópolis, y a la inversa, mis metropolitanos no lo son tanto, o lo son en unas circunstancias, en tanto, provincianos en otras, sin excluir situaciones altamente contrastadas, subjetividades y percepciones, hacia los mismos artefactos en los dos tipos de situaciones en sus contextos y fuera de ellos, por perceptores extrapolados, un newyorkino y un tokiense versus un campesino y un labriego, por ejemplo. 

  Al mismo tiempo distintos son los efectos y escalas de extrañamiento y familiarización fenomenológica tanto en las estéticas como en las percepciones de impresión hacia un mismo texto de teoría de la tecnología y un mismo texto de etnografía explicito con solo mostrar las formas en que un ensayo sobre alta tecnología escrito en la Habana puede ser leído, mi atención aquí hacia las impresiones fenomenológicas, como un estilo de vida en Berkeley, como una pasarela de modas en New York y como tecnología de punta en la habana, en tanto  un ensayo de etnografía escrito en Houston, puede percibirse como un escrito de un especialista en marketing hecho por algún moderno asesor sobre el mercado financiero en el fondo monetario internacional al tanto del carácter multisituado de discursos y cuerpos en desplazamientos globales, ello entre provincianos que no lo son tanto o metropolitanos que lo son en relación, o como una etnografía escrita por autoconscientes nativos de nueva guinea melanesia en cuanto a su impresión fenomenológica, ello para una fina y bien informada sensibilidad de vanguardia en bellas artes, por ejemplo, o para una subjetividad no del todo persuadida a dejar de preguntar por los orígenes del mercado capitalista mundial, por ejemplo.

  Mi propósito no es decir que las cosas son ellas en sí mismas, estilos de vida, pasarelas de moda o tecnologías de punta, asesoría financiera de marketing o etnografía nativa melanesia, no dar por sentado un modo único que sea ese si el definitivo sobre una forma dada de la cultura visual y material, todo lo contrario, mi objetivo es relativizar el que las cosas sean en si de un modo para resituar, objetivar y reteorizar, las ideologías en que se han basado en generaciones previas las relaciones entre lo familiar y lo extraño, el tipo de ideologías que han estado detrás de estas producciones de los efectos de extrañamiento. 

  La subjetividad también puede cerrarse sobre si misma allí donde la situación social explicita cerrar lo distinto al extraño, por ejemplo, y explicitar solo lo igual y similar, o a la inversa, como es de suponer en ese mirar de la provincia a la metrópolis, esto es algo que comprendí nítidamente por ejemplo en Texas, bellas Jevas costumbristas en las afueras de las grandes ciudades, atractivamente chics en la noches para pasar en el mud y gramour por houstonianas, pintoreteadas como disfrazadas en los sitios nocturnos del downtown, muy reservadas a vislumbrar sus costumbrismos, en tanto los fines de semana celebradoras orgullosas de su exorbitante y muy sensual belleza envueltas en sus finas tradiciones durante el día en sitios nocturnos en sus pueblitos y lugares aldeanos aledaños de comercio, cuando es el houstoniano u otro metropolitano el que viene a disfrutar las comidas, bailes y vestuarios. 

  Durante el despliegue, por ejemplo, de artefactos y formas visuales, también vestuarios y actitudes corporales de las idiosincrasias tejanas durante las celebraciones comerciales del rodeo, la cultura tejana celebra sus valores a pesar de encontrarse estos en el rodeo expuestos a la venta, allí la subjetividad se despliega cerrada sobre sí misma a la vez que se celebra festivamente en sus rituales en tanto estas mismas estéticas son reservadas y notablemente pasan al terreno de la timidez cuando en la relación a subjetividades metropolitanas en negocios de mol y settings de bussines corporativos, se suponen visitas de gente de chicago, new yorkinos o californianos, estas interacciones requieren una actitud más moderada y menos expresiva en los modos de comunicar los rituales urbanos, sociales y culturales texanos como estos se celebran en el rodeo, como en el ejemplo que explicaba antes, las mismas chicas, celebradoras orgullosas de sus finas tradiciones envueltas en sensualidad en sus negocitos pueblerinos en las afueras de las grandes ciudades en Texas cuando se trata de Houstonianos y Dallenses que llegan a estos pueblitos, los fines de semana vueltas chicas chics enteramente homogeneizadas y pintoreteadas de cosmetología social cuando llegan de visita nocturna o los fines de semana a las grandes urbes requiriendo de ellas una actitud más homogénea. 

  Es interesante por cierto el tipo de estéticas en el vestuario y los modos corporales que da al traste esta adecuación tejana al standard homogéneo allí donde lo idiosincrático debe ser no tan explícito. 

  Pero no siempre la relación es una entre lo que se cierra se despliega y lo que se abre se pliega o repliega, pues en estos ejemplos lo que se despliega está cerrado no en el sentido de cerrado a una extrañeza, sino en el sentido de mostrándose como es o como idealmente se goza ser en sus distinciones, también a esa extrañeza, y requiriéndola inclusiva, lo que se pliega lo hace para abrirse allí donde la extrañeza no puede regir el modo de la relación y requiere antes bien de familiaridad, sentido de pertenencia, reducción de la extrañeza.

   Mi concepto de las culturas es relacional, considero que las culturas no disponen esencias onticas, sino especies de reservorios de acervos y backgrounds los cuales son o trabajan como arsenales relacionales, aquello que dota de peculiaridad a las culturas en lo que a costumbrismos e idiosincrasias se refiere, no es una esencia inmóvil, inmutable, dada en un modo, no es un ontos de esa cultura, es un reservorio de procesamientos peculiares que han conformado el acervo y el background de una determinada regularización, esta regularización es voluble, permeable, modificable, relacional. El concepto de acervo es el que mejor explica como las culturas retienen un reservorio y a la vez lo despliegan, lo comunican y relacionan en las relaciones ambas de familiaridad y extrañeza, de recogimiento sobre si y de apertura, de celebración o festividad y de fusión a aquello que conforma sus horizontes e ideales, su hacia donde miran, sus sentidos del telos. 

   Como en la relación entre metrópolis y provincias, central a nivel epistemológico y axiológico aquí, las culturas siempre miran hacia algún lugar, y ese lugar hacia el cual miran esta siempre dado en horizontes de ideales o telos que suponen aquello que las permea y con lo cual se permean, las culturas son lo contrario a sistemas cerrados, un sistema cerrado no puede ser una cultura, allí donde un sistema cualquiera este sea se cierra sobre si, la cultura muere, las culturas son conglomerados relacionales, como los acervos, el acervo es su reservorio, una cultura vive en un acervo, el acervo es como la memoria flash a la información reunida, es la memoria viva de la cultura, en él, la cultura permanece en sus modos ambos pasivo y activo, ellas son fenómenos de pura comunicación, en el lenguaje esta su base, ella se origina en la comunicación intersubjectiva, y es un fenómeno en continua movilidad y circulación, fenomenología social y subjetividad.

   La situación de extrañamiento que le significa extrapolación es imprescindible a la cultura en ambos modos como autoextrañamiento y como apertura a ese extraño como por primera vez que simboliza tan nítidamente la imagen del metropolitano que llega a provincia. La relación entre metrópolis y provincia es epistemológicamente vital e imprescindible para la teoría de la cultura contemporánea, está en el centro de la génesis estructural y generativa de la subjetividad que define nuestro mundo contemporáneo y las relaciones entre modernidad y tradiciones, ello independientemente a que la traigamos o llamemos al texto en unos ensayos y la obviemos o no la llámenos en otros.

   El ejemplo que explicaba es una experimentación con el ready made alrededor de mi muestra La Mismidad que vengo trabajando desde Houston durante mi vida con mi pareja de seis meses Carol Kelsey después que dejamos el room con la filipina en Westheimer, primeros meses del 2003 en la cual despliego mis fotografías del 98 y nuevos dibujos. Aquí la escena pone juntas fotografías que hice del carnaval de Berkeley, Fotografías de los Mercados de Boulevar en Berkeley, fotografías del Down town de Houston, alguna que otra imagen en la vida cotidiana, y un lup de laptop de escenificaciones de puestas en escenas de mi primo Robertico con su grupo giganteria el cual precisamente desde el punto de vista visual recrea toda la estética del carnaval y el circo. 

  Mi objetivo con esta escena preliminar es comunicar mi propia comunidad y ciudad en Houston, Texas, con mi doŵn toŵn, una ciudad que es mía y siento mía, a la vez que mostrar aquellas comunidades más alejadas hacia el pacifico, carnaval de Berkeley, mercados en Berkeley, etc, en las cuales me relacione por viajes breves, un mes, dos meses, sintiendo, sin embargo, gran afinidad hacia ellas, deseando incluso vivir allá, a la vez que comunicar para un transeúnte que no las conoce, la mismidad simbólica, visual, cultural y societaria de todo esto y de mi mismo en estas circunstancias, envuelto por el carnaval y unos mercados bellos y esplendidos en colores y valores, relacionar también las circunstancias de mi primo y las de estos decursares festivos, a la vez que contrastar esa mismidad social, subjetiva, visual, estética, formal, en la subjetividad, con la contraposición contraria, el ready made de la imagen casi lunática del down town de Houston, una imagen que paradójicamente reviste para mí un significado afectivo, por haberla tenido y visto en mi vida cotidiana durante largos años en mi vida intelectual y emocional en Houston, una la cual se ve cuando se llega desde cualquier lado en que estas en Houston, la cual es, paradójicamente, fuera de su contexto un símbolo de exactamente lo contrario a lo familiar, aquí el meteorito llegado como los extraterrestres de un mundo extraplanetario, Houston, la ciudad de la nassa, la invención de la ciudad del futuro, la ultra tecnología. 

   Quiero explorar la relación entre la mismidad de lo que puede ser completamente familiar para el visitante, familiares, amigos, estudiantes, colegas, espectadores, mismidad de las imágenes del carnaval y los mercados de boulevar, mis propias imágenes del 98, la imagen de lo completamente inverosímil, pero que insta al discurso de la modernidad, la tecnología, el progreso, etc, esta escena que no es montada como un set, sino un ambiente de vida cotidiana, y a la vez es una escena de arte contemporáneo, reviste para mí un valor y significado de antropología sobre el cual regresare en años venideros en el volver sobre ello en la escritura. 

   Cuando digo que las culturas no tienen esencias onticas digo que no se las puede tratar de entender por lo que son en sí y por el cómo son suponiendo que pueda hacerse coincidir una escritura o un speach discourse con un ser en si de lo que esas culturas son, no existe modo de hacer coincidir estas dos cosas, porque las culturas no son ellas mismas extensiones desplegadas en el espacio de representaciones en cuyos planímetros determinados lenguajes den con determinadas esencias, en todo caso, y en realidad, como permealogos societarios de reservorios de acervos, las sociedades y las culturas son fenómenos del tipo de los que acuden a determinados rituales y ceremoniales para celebrar unos modos dados de relación al espacio y al tiempo en los cuales lo más cercano que podría haber a una idea de sustrato o de estrato, a una idea de algo que se junta o acumula, son acervos, backgrounds y modos de liberar sus repetitividades expresados en relaciones societarias al espacio y al tiempo en los dos sentidos natural y de los valores, físico y social. 

  Las culturas celebran sus decursares societarios a través de actividades que en cierto modo se salen de la repetitividad de esos rituales aunque también dentro de ellas, en Venezuela, por ejemplo, a todo lo largo de las avenidas interprovinciales se distribuyen vendedores de cachapa, la cachapa es un tipo de tortilla de maíz que se come con queso, en estos entronques de negocitos continuados se generan una serie de dinámicas espontaneas e impredecibles y heterogéneas de comunicación entre habituales y extraños, entre capitalinos y provincianos, entre metropolitanos y pueblerinos, el elemento que media en la relación esta previamente distribuido en la realidad urbana y social, no ha sido puesto allí como en los ready mades que mencionaba antes de artefactos de la cultura material metropolitanos en la provincia y provincianos en la metropolis y al revés, aquí la cachapa misma como elemento media una relación en la que visitantes y visitados son clientes y servicios, en la que los visitantes son transeúntes, paseantes, gente de paso, y los visitados, vendedores, a través de esa relación se generan dinámicas de comunicación que alrededor de la cachapa pasan directamente a la conversación sobre una economía y una cultura, la relación entre extraño y extrañado tiende a ser diluida por la situación que es regida por el mercado y por el carácter de viaje o traslado, el que el horizonte de hacia dónde va el visitante no recaiga en el acento sobre la locación en cuestión, hace de esa escena viva de la vida cotidiana, un reservorio de ricas experiencias susceptible a la revisitacion, la información visual, cultural, idiosincrática, espiritual, afectiva, que puede recibir el visitante en una situación dada, no podría ser más nutrida y rica, una conversación estructurada a través de la idea de preguntas como en una entrevista o de la llegada al sitio de estudiosos de una cultura inhibiría, cohibiría y desmembraría completamente el tejido vivo de esta relación y nunca podría ser más significativa para comprender esa cultura, que el modo en que la situación misma la trae al mundo como dada.

   No existe modo de conocer mejor como transcurren el amor, la vida cotidiana, el sentido del tiempo, los valores y las costumbres, al californiano, o al que vive en san francisco, que haciendo estancias en pequeños negocitos de parejas enamoradas con sus bebitos sobre la espalda mientras preparan unas tostadas con mantequilla en las laderas de montaña que van de Oakland a Santa Cruz en que se distribuyen cientos de pequeños cafetines y restaurancitos llevados por pequeñas familias y negocitos de pareja, vivirán por el área?, o serán de San Francisco que van allí solo a trabajar?,  sentir por un momento la dinámica cotidiana que lleva esta pequeña familia y su negocio, o parándose uno media hora a contemplar el pacifico con otros ciento cincuenta californianos que hacen lo mismo, o que compartiendo unas horas con vendedores de artesanías en un bulevar, o que trabando afecto y comunicación en la vida cotidiana con abuelitas solitarias en las calles de san francisco, con un punk en un carnaval alrededor de la imagen, mientras la gente celebra, o jugadores de bolas italianas en la bahía. 

  Me muevo así entre situaciones de extrema familiaridad y pertenencia, Texas, largos años de vida, Caracas, largos años de vida, y situaciones menos usuales, viajes cortos, ciudades a las que se va y que uno conoce menos, a modo de contrastar, como mis ejemplos recientes en san francisco en california, Caracas, largos años de vida, y en su reverso las avenidas interprovinciales de Venezuela, sus pueblitos de provincia, a los que voy por estancias breves varias veces al año. 

   Las escenas en la que transcurre la vida de una cultura y sociedad no pueden ser idas a buscar, tienen que darse y dársele a uno en sus propias circunstancias de vida, luego son rellamadas, en este momento apenas estoy evocando imágenes que preserven algo de lo alejado, el visitante que llega por solo un mes a visitarme en Texas donde vivo, a quienes no basta el mes para explicarle de que se trata todo aquello, imposible, tiene que vivirlo, entre estos distintos parámetros, la cultura y la sociedad que te permea en tu propia vida, el automóvil, el mercadito, los vecinos, los colegas y amigos en el diario, para conocer las culturas no se puede ir a ellas como quien sale de una cultura y va a otra, hay que vivir en ellas al punto en que se vuelvan tuyas y tú de ellas, comprometiendo todos los aspectos que comprometen la vida y que conforman anhelos, esperanzas, metas, fines, ilusiones, pasiones, circunstancias, economía, hay que sobrevivir en las culturas y comprendiendo desde adentro sus lógicas lo cual no es menos que decir que dejando completamente los parámetros propios.

       Los problemas de adecuación en la antropología y la etnografía contemporánea deben ser sensibles a este asunto. Si una antropología y una etnografía no tiene acceso a una sociedad y una cultura viva dada, y tienen que inventársela más allá de la revisitacion y la sobreordination que va de las vivencias y las experiencias al texto, para justificar el modo en que se mueven en una sociedad o cultura, fuera del ámbito de la pura experiencia y la vida, algo no anda bien con ellas, las culturas y las sociedades no se acceden como se acceden las parcelas de tierra, como se consiguen las posiciones institucionales y los puestos asalariados o como se llevan los textos burocráticos, tampoco como se ordenan las escalas en las jerarquías militares, las culturas y las sociedades son decursares societarios vivos, horizontales, libres y abiertos en el espacio y en el tiempo en los cuales transcurre la vida cotidiana y el decursar a un montón de gente muy variada a quienes les ocurre una ciudad, metrópolis o provincia, aldea o pueblito intrincado.   

  La antropología y la etnografía no deben llegar a las culturas como quien llega a un set de filmación con un guion y un planímetro y le dicen en aquella habitación va la escena 4, en ella la doncella se quita el vestido y el caballero la enamora, en la 3 transcurre la escena entre al abuelo y la hija, y todo entonces después asunto de utilerías, los maquillistas allá, los vestuaristas en este otro lado, acá los actores, las cámaras por este otro lado, para que luego vaya el antropólogo a ver como se confirma el libreto, las culturas son permealogos, dinámicas vivas que permean la subjetividad y remodelan los estilos de vida, que redirigen y reorientan los preceptos traídos y muestran las limitaciones de los parámetros propios, que sacuden para siempre los puntos de vista y las ideologías, que desmontan por completo las cosas que uno trae como supuestos, las cuales deben ser vueltas a reconsiderar y a reordenar. 

   Entre un extremo y el otro, sin la relación mutuamente inclusiva, sin el modo en que cada noción requiere a la otra para ser ella, dejarían de existir ambas cosas, provincias y metrópolis, bleack Runner, intentaba imaginar ese mundo en el cual el par deja de serse mutuamente requerido para que una cosa y la otra sean relacionalmente lo que son, e intentaba imaginar que sería de un mundo en el que no hubiesen más provincias, no más metrópolis. 

  Las situaciones que evoco aquí para discutir los matices de este asunto, no son del todo construidas, están basadas casi todas en experiencias mías reales si bien no me propongo ni reconstruirlas, ni literalizarlas, sino a penas retomarlas, conjugadas por su tipo y los aspectos en ellas significativos.  En las situaciones que quiero situar el extraño llega a una situación dada asistido por la tipicidad de situaciones similares recurrentes durante el año, no importa tanto la explicación sobre que ha traído al extraño metropolitano hasta allí, importa que muchos extraños metropolitanos usualmente lo hacen. 

    Quisiera aquí analizar pues el parámetro contrario, cuando no es un metropolitano que va a provincia sea como decía la provincia otra ciudad metropolitana a su vez para sus provincias o sean altos los contrastes entre una metrópolis cosmopotita y aldeas o pueblitos de campo, refiriéndome a la modalidad inversa, cuando es el provinciano el que se va a la metrópolis, entendiendo aquí por provinciano sus distintas escalas, aquel que no lo es tanto, en el sentido de que, por ejemplo, es de una ciudad que es una metrópolis en estados unidos respecto a la cual otras ciudades y pueblitos son provincias pero que resulta a su vez en una provincia para las grandes ciudades como new york, chicago, san francisco, etc, o en su forma contrastada, que va de una aldea o pueblito de campo hacia las grandes metrópolis, en México, por ejemplo alguien de san Luis de potosi o de nuevo león que se va al df, en Venezuela, alguien de ciudad bolívar que se va a caracas, o más contratantes aun, alguien de el paso que se va a new york, o más aun, alguien de algún pueblito country rural de los que hay entre Houston y louisiana que se va a new york o a chicago, o de clarines o incluso algún pueblito más intrincado en Venezuela, de la península de la guajira, por ejemplo, un wayuu que se va a Maracaibo o que se va a caracas,

  Analicemos que ocurre. Nuestro forastero imaginario es ahora de igual modo, como lo era antes el metropolitano, un extraño ineluctiblemente, ahora bien, en la medida en que se mueve hacia contextos más y más cosmopolitas, mientras más cosmopolita es el contexto menos importa de dónde viene, importa que si está allí en la ciudad cosmopolita está en ella como todos los que están en ella por lo que lo relaciona a lo que esa cultura es en sí misma y desde ese momento en cuestión de supongamos una situación de asentamiento, un año, o dos años, todos en la metrópoli lo consideraran de allí, en la medida en que comience a desenvolver en esa metrópolis su vida, su trabajo, su experiencia laboral, sus relaciones sociales y su hábitat, en poco tiempo será considerado un new yorkino, un californiano o un tejano, un mexicano del df, o un caraqueño. 

  Ahora bien, una vez esta subjetividad ha dejado sus parámetros propios según parámetros nuevos que le suponen dejar sus parámetros previos con sus limitaciones y adecuarse a la nueva cultura, esta subjetividad se está transformando, por un lado, mantiene algo de la idiosincrasia de donde viene, pero por otro lado, no es esa especificidad lo que lo hace metropolitano como sus colegas o allegados nuevos, sino que lo que lo relaciona a estos últimos es aquello a través de lo cual ha debido homogeneizarse.

   Preguntemos pues que ocurre con esta subjetividad una vez que ha vivido pongamos el límite que se señala a cualquier cultura para inmersionarse en otra, primer umbral, un año, segundo umbral, tres años, umbral definitivo, cinco años, en cinco años ya es de la nueva cultura completamente consolidado a irreversible para su subjetividad, en tres años ya no tiene retroceso el cambio que ha vivido, en un año el impacto ya es definitivo pero aún puede regresionar, supongamos que esta subjetividad regresa a provincias, el de un pueblito country entre Houston y louisiana luego de cinco años en new york regresa al pueblito, el de nuevo león o san Luis de potosi, luego de cinco años en ciudad México regresa a su provincia, el de clarines en Anzoátegui y el de ciudad bolívar regresan de caracas a su provincia o su pueblo, no estamos aquí considerando, por supuesto, lo cual es el caso más frecuente aquellos que lo hacen luego de quince años, estamos aquí pues hablando de emigración

      Esta subjetividad quedara a medio camino entre la nueva cultura que él es como new yorkino, mexicano del df, caraqueño o habanero, y una cultura de la cual proviene pero a la cual no puede regresar en los términos en que sería requerido para volver a ser un nativo que nunca se transformó culturalmente, desde el punto de vista por ejemplo social, en términos laborales, cuando muestra sus curriculum en la península de la guajira en Venezuela, tendrá cosas hechas en caracas a lo largo de entre cinco y quince años de su vida, si busca trabajo laboral en san Luis de potosi o nuevo león tendrá de cinco a quince años de cosas en hechas en ciudad México, si lo busca en el paso o en san Antonio, tendrá entre cinco y quince años de cosas hechas en new york, chicago, Houston o san francisco, de modo que definitivamente nunca conseguirá trabajo, será rechazado en la cultura de la cual proviene como foráneo, ello solo en lo laboral, no estamos aquí aun analizando el parámetro meramente subjetivos e intersubjetivo que nos sitúa ahora frente a la foraneizacion que padece en la cultura misma, aldea, pueblito o ciudad de provincia de la cual proviene, podrá quizás pasar algunos años de su vida tratando hasta que un día comprenda que su única alternativa es regresarse a Houston, a new york, a san francisco, a chicago, a ciudad México, a caracas o a la habana, esta contrariedad que por supuesto es lo que en ecuaciones matemáticas llamamos ns, ecuaciones que no tienen solución, no la tiene tampoco en términos migratorios y étnico culturales, y en el mismo modo, siendo este el centro y la razón de nuestra discusión, no la tiene tampoco en ciencias sociales, no la tiene en sociología y por supuesto menos aun la tiene en antropología y en etnografía

    Cuales son pues las alternativas y posibilidades que ofrecen tanto en términos teóricos como empíricos las ecuaciones sin solución. Indudablemente si somos mínimamente hegelianos en nuestras posiciones, concluiremos que no abra otra alternativa que recurrir a la autoconciencia, a la autoreflexividad, y sobre todo a traer el asunto al primer plano para analizarlo y racionalizarlo. 

   No tiene solución pero esa no solución conforma ella misma todo un caudal de cuestiones para el análisis que contempla no solo el contenido reflexivo de aquello que se analiza o se literaliza sino sobre todo decisiones que afectan y competen a nuestro sentido de la responsabilidad ética sobre las representaciones culturales así como a nuestro sentido sobre como conformar ahora aquí en tanto autores de ciencias sociales y de pensamiento reflexivo y teórico, la forma que damos a nuestras composiciones autorales como conjuntos textuales, nuestras obras pues estámos obligadas a proponer según temas y asuntos deliberaciones sobre estos dilemas a través de las cuales las obras mismas ofrecen sobre el fondo del asunto en cuestión, interpretaciones, lecturas, inteligibilizaciones, explicitaciones, elucidaciones, trayendo luz sobre perspectivas posibles, irradiando horizontes hermenéuticos o fenomenológicos de comprensión

  El asunto como tal requiere por supuesto de una crítica del dilema de la foreneizacion

   En el polo contrario a lo que recién he discutido, ejemplos de extrema familiaridad y pertenencia, largos años de vida viviendo, sobreviviendo y sacando todo adelante en una cultura, versus, parámetros a considerar entre la pertenencia, la familiaridad y la extrañeza para modos variados de adecuación y variabilidad en las expresiones de idiosincrasia, extrañeza y accesibilidad, se encuentran ejemplos que he discutido en otros ensayos como por ejemplo mi ensayo transferencia en etnicidad, el de aquello que puede considerarse más o menos familiar según se le transfieren parámetros, sobre todo mi ejemplo sobre Quetzil, entre el cerrar del circulo en la americanidad para guatemaltecos como mayaamerican, por ser hijo de padres guatemaltecos, su trabajo de campo entendido entonces como auto etnografía, y el polo opuesto, el hecho de que el ser nacido en Estados Unidos, y al no completarse en la mayicidad un sentido del cómo se ve a sí mismo, lo ven sus padres y lo ve la sociedad, tendería a la foreneizacion. 

  Como aceptar esta ambigüedad, esta imposibilidad de cerrar el círculo sobre un punto fijo?, como aceptar esta oscilación que pueda a la vez contemplar sus distintos aspectos, con su heterogeneidad irreductible que supone, aceptar que ni una cosa, ni la otra, o cada una, todas, y unas cuantas más relacionadas para unas cosas en un modo, y para otras en otros según relaciones de pertinencia?, como aceptar este asertivo Derridariano de que una atribución de ser es siempre una atribución fenomenológica de lenguaje y que, por lo tanto, no respecta al ser en sí, y que se trata en realidad de una economía, de un intercambio retributivo, de un dinamismo de permeabilidades e interrelaciones, no de un ontos?. 

  Para entender este fenómeno son requeridos mis conceptos sociológicos modernos de acervos y backgrounds, pero a modo de cierre, es algo que pide también una crítica etnográfica a la foreneizacion que es precisamente aquella que resulta aporetica.

   La pregunta etnográfica de cierre serìa aquí entonces bastante mundana, si a los usos y entendimientos del sentido común nos atenemos, es sencilla, diáfana, y sin embargo, no por ello, del tipo de preguntas que se responden como dos más dos es cuatro, el verde es el complementario del rojo, los hongos no son buenos para la digestión, comer a deshora no es recomendable, seguir horarios es bueno para un buen peso, llevar orden en las cosas ayuda a optimizarlas, los buenos modales favorecen las relaciones, leer nutre y enriquece, estar presente en las cosas ayuda a desenvolverse, caminar es bueno para la respiración, sino antes bien del tipo de cosas como, porque el vecino deja la música alta, porque el inquilino no pone las losas en la vitrina, porque la señora lleva los pelos de punta, porque el señor tiene cien gatos y diez gallinas en plena ciudad, porque el peludo se pasea en la cuña ferrari por los terraplenes del granjero, porque el recién llegado trae un perfume bucólico, el tipo de cosas que genera y produce lo que se entiende por foráneo, está más relacionado a rechazos que a empatías, en el mismo modo en que Derrida decía que detrás de la filosofía está el amigo, detrás del foráneo esta la hipocresía, la cortesía hacia el foráneo, no es tanto un buen modal o una educación sentimental, por evocar a Voltaire y los iluministas, a algo que se acepta con la misma diafanidad que lo familiar, como distinto.

   La imagen del total foráneo puede contrastarse en distintos modos, en uno de ellos una fotografía en blanco y negro en los catálogos de picassa, muestra retratada a una niña pueblerina tímidamente escondida detrás del adobe en su casa, mirando hacia el afuera, el pueblito, la gente que pasa, el mundo, la calle, como hacia algo que le es enteramente desconocido, le está prohibido, y finamente, le supone no ser vista. Escondida detrás del adobe, mira en lo posible, tratando de no ser vista mirando hacia lo extraño.

   En el detrás del foráneo está el polo conservador de las culturas, contrario a la vanguardia. 

   Vanguardia es conexión familiarizada con lo distinto, fusión con lo extraño, desrutinizacion de percepciones estereotipadas que cierran sobre sí el adentro de una cultura, mostrándole a esta su relación a un afuera que está adentro, forma parte de ella y la relativiza, la vanguardia busca lo cosmopolita y lo actual, contemporáneiza y coetaneiza, el polo conservador se cierra a lo exógeno y lo foraeniza. 

  La xenofobia al foráneo estuvo en la base de casi todas las formas de emigración, éxodo, diásporas y exilio en Europa en el siglo pasado como bien dejo entrever Benjamin en sus análisis sobre como lo que va al éxodo busca relación y fusión en su mismidad con lo inverosímil, empatía, sinestesia, interrelación y permeabilidad con lo heterogéneo y por lo mismo tiende a ser progresivamente rechazado por el polo conservador que cierra una cultura a los afueras, foraeniza al extraño y al conocido que se relaciona.

  Recubierta en prosopopeyas hacia aquello que hay que tolerar, es una noción que tiene mucho que ver con exclusión y nada con inclusión, mientras más foraeniza una cultura más profunda e inconsciente es la xenofobia en su matriz. La foraenizacion está relacionada al esencialismo étnico, donde una etnicidad se cierra sobre sí misma, su cerrarse supone exclusión de lo que no es ella, todo lo demás es foraneizado, la foreneizacion se mueve en la dirección contraria a la exotización, lo que se exotiza busca relación y permeabilidad en lo heterogéneo. 

  Hay modos de relación pluralizante de lo heterogéneo intra, inter y transetnico, uno es la familiarización con lo distinto, la otra es el abrirse de lo exótico que abre lo distinto por el lado que lo relaciona y luego lo disuelve o fusiona, un exotismo desmedido puede generar una extrañeza y curiosidad exacerbada, pero un exotismo moderado abre lo igual y distinto por donde se atrae y no por donde se rechaza.

   Respecto a la foreneizacion se sigue el camino opuesto, se cierra la etnicidad sobre sí misma y excluye, clausura una relación que tiende a familiaridad, interrelación y fusión, mientras más foraneiza una cultura menos relacionada y más aislada esta, explicita, como en los modos contrastados de relación entre pueblitos intrincados y grandes ciudades, un alto nivel de aislamiento étnico, carencia de relación coetaneizada y globalidad.  

  La globalización no es un invento de calculadores malos que buscan expropiar, no hay detrás de ella alguien o alguno tramando algo, es antes bien la consecuencia descentralizada, pluralizada y heterogeneizada de la relación y permeabilidad entre las culturas y más allá de ellas, en aquello que las imbrica y hace inseparables unas de otras, globalización es humanización.

   El excluyente para justificar su exclusión transfiere cosas que desde un cierto ángulo podrían serle suyas o familiares, detecta una relación que cree comprender, un par digamos, que parece propiciar a su lógica lo que en esta necesita para creer lo entiende, y transfiere al algo que es de suponérsele suyo, pasa así de un símil a una atribución, y hace pasar del símil a la atribución, la transferencia de una adjudicación que es simbólicamente adjudicada a lo distinto, este proceso es simbólicamente importante a nivel teórico, y permanece en gran medida inconsciente tanto en las culturas como en la etnografía. 

   Antes es preciso decir que si bien el clousure étnico necesita un foráneo para justificarse lo que cree ser en sí, el excluyente, que es aquí aquel que produce a ese foráneo y en su producción, excluye lo que requiere para producir su clousure, no sabe que ese foráneo no es en sí y menos que aquello que lo vuelve tal es producido por la exclusión, por este mismo motivo, no tiene un sentido del en sí solo sigue por exclusión aquello que le saca afuera, excluye lo que no es o el no ser de lo que cree ser, su propio ser, ese ser al cual atribuye un clousure y sobre cuyo afuera, en el otro lado excluido queda el foráneo producido. 

  El excluyente, no sabe que produce al foráneo, cree que el foráneo es un algo en sí, algún ontos, respecto al cual el suyo se separa en otro clousure, supone al foráneo un ontos otro y no sabe que en realidad, el foráneo no es algo en si foráneo, sino solo una producción del excluyente, nada ni nadie es foráneo en sí,

  puesto que nada ni nadie es en sí foráneo, hay una relación directa entre la producción del foráneo perse a no ser algo en sí y la proyección del excluyente, el foráneo que no es, pues nada ni nadie es foraneo en sí, solo es en tanto exclusión proyectada. La exclusión es ella misma una proyección, este carácter de proyección es el que a su vez produce al foráneo que no lo es y es lo que a la vez hace permanecer a la exclusión misma en una dimensión proyectada que es ella misma proyección, desde ese momento. 

   Es preciso entender esto, que la producción del foráneo está estrechamente relacionada a la proyección del excluyente y que la proyección del excluyente no solo es producción del foráneo, sino producción de la dimensión excluyente y de aquella excluida, este proceso requiere precisiones etnográficas, la proyección del excluyente no solo supone y requiere al foraneo para ser ella un clousure, perse a que nada sea foráneo en sí y perse a que el foráneo sea justo lo que no es algo en sí, sin producción del foráneo  la dimensión excluyente, que define el ser en sí según el cual excluye de acuerdo a un lo que no es que produce a su vez al foraneo que no es en sí, no podría producirse a sí misma, no podría si quiera precisar el creer de un en si para sí. 

  En este modo, la producción del excluyente no sería posible sin la producción del foráneo, porque solo el foráneo como dimensión excluida justifica al excluyente lo que no es en sí que requiere para producir la dimensión de lo que cree ser en sí. 

   Sin embargo, en la misma medida en que nada es foráneo en sí y en que el foráneo es precisamente lo que no es en sí y lo que nadie es, la dimensión excluyente resultante no puede ser ella en si otra cosa que una proyección de la dimensión excluida que es a su vez una producción de la proyección de la dimensión excluyente, la dimensión excluyente misma es ella una proyección de la producción de la dimensión excluida. El concepto de dimensión entra aquí apenas solo para evocar que aunque nada sea foráneo en sí y el excluyente no pueda ser en si algo sin producir al foráneo que no es en sí, que ambas cosas son proyecciones. 

  Hay pues en resumen una relación intrínseca, mutuamente requerida, entre la producción del foráneo y la producción del excluyente por cuanto la dimensión que este último precisa para creer en su ser en sí requiere producir al foráneo como lo que no es. 

   Si lo vemos desde el otro lado, la cosa se torna más clara, cuando el otrora excluyente no está aquí desplegado sobre un clousure que le completa por todos sus lados como un adentro respecto a otra etnicidad que le es foránea, sino que se encuentra diseminado o insertado en un espacio en el que el todo corresponde al otrora foráneo, aquí lo que en la producción del foráneo  hacia antes el clousure étnico, es entonces un patrón o un parámetro que limita al anterior excluyente, es entonces ahora, su reverso, el otrora excluyente se encuentra allí donde es el otrora foráneo el que completa un todo social o cultural, clamando para sí una dimensión familiar, permeable, nomadica, no excluyente, el clousure étnico, de hecho, es en realidad, siempre esta proyección, esto se ve más claro y nítido cuando la relación entre el otrora excluyente y el otrora excluido se invierte, el que antes era excluyente es ahora el foráneo.    

   Los ejemplos en que pienso que desmontan completamente estos parámetros de la producción excluyente y excluida explicitan claro la fusión globalizada de las culturas, unos me llevan de interacciones en aeropuertos a cálidas escenas urbanas en calles nocturnas, otros de chiqui cheeses y Taco Bells, a mercaditos de remate y venta rápida en oferta, también a Hollywood con sus géneros más humanistas, filmes sobre el amor de pareja, sobre la familia moderna y contemporánea, el cine de humor y otros géneros refrescantes, ha contribuido a crear una imagen estándar del hombre mundano, transetnico, expresado aquí en actores angloamericanos, en los animados, etc., pero también, sin embargo, Hollywood también ha proyectado una imagen que exogeniza e inaccesibilidad el mundo de la globalización y la transculturación, deformando su verdadero sentido, al demonizar el despilfarro, exacerbar la abundancia y mounstrificar la fantasía, algo que explicita contradicciones internas que vivimos en Estados Unidos entre una parte interconectada, contemporaneizada de la cultura, y otra también paradójicamente, aislada y escindida.

  Moviéndome aquí completamente fuera de un ámbito de crítica ideológica prejuiciada hacia el media, sino antes bien en un sentido etnográfico, no incluyo en esta crítica desarrollos actuales bien interesantes dentro del llamado cine de género de ciencia ficción que actualmente incursiona entre no pocos exponentes relaciones que propicia el género dado en la imaginación de hipótesis de mundos, que he analizado en anobjetualidad del objeto, entre modas de las tecnologías, proyección de hipótesis y cuestiones que requieren análisis en antropología de la transculturación.   


Bibliography


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Shutz Alfred, el conocimiento en los mundos de la vida cotidiana, edited by ilse and Thomas Luckmann


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